Bancos de semillas, la llave del futuro
En el mundo hay más de 1.300 bancos de
semillas que atesoran un patrimonio genético que se está perdiendo en los
campos de cultivo. Estas colecciones cumplen un papel esencial para garantizar
la seguridad alimentaria de la humanidad.
Nuestra alimentación pende de un hilo. Y
es que el sistema mundial de producción de alimentos está basado en que todo
salga según lo previsto. Siembras, abonos, cosechas y niveles de producción
son movimientos de una sinfonía de la que depende la seguridad alimentaria de
millones de personas. Esto es especialmente importante en las zonas del mundo
menos desarrolladas porque en la mayoría de las ocasiones vertebran su
alimentación en un tipo particular de cultivo, pero también las sociedades
occidentales son cada vez más sensibles a este tipo de alteraciones.
Es el precio a pagar por tener productos
con los que alimentar a cantidades crecientes de población. Según alerta la
FAO, el mundo desarrollado se basa en una fuerte demanda de alimentos baratos
con una calidad uniforme y previsible. Esto se traduce irremediablemente en
una disminución de la diversidad genética. Esta uniformidad conlleva
jugárselo todo en una misma partida.
Los problemas no son pocos. Tanto el
cambio climático como las enfermedades provocadas por virus, hongos y bacterias
pueden afectar seriamente a determinadas variedades de cultivos. Un buen
ejemplo de ello es el denominado hongo de la roya del trigo, que está afectando
seriamente a muchas plantaciones y que se expande rápidamente a nivel
internacional. Su cepa UG99 se detectó
por primera vez en Uganda en 1999, pero durante los últimos años se ha
expandido desde África llegando a alcanzar a Irán. Los expertos creen que el
hongo se extenderá a lo largo de India, China y Rusia antes de alcanzar de
lleno a Europa.
Por eso es vital conservar otras
alternativas a las que recurrir en caso de tener problemas con las
variedades que monopolizan la agricultura industrializada de nuestros días. De
ello se encargan los bancos de germoplasma, más conocidos como “bancos de
semillas”. Se trata de instituciones que, junto a los tipos de plantas más
comunes, guardan y conservan variedades silvestres, salvajes o poco habituales.
La llave de la vida
Algunos de estos bancos están
especializados en plantas silvestres no comestibles. Su función es garantizar
la biodiversidad y permitir la recuperación de especies al borde de la
extinción, pero también cumplen un papel fundamental en la preservación de
vegetales que con el desarrollo de la biotecnología en el futuro podrían
tener nuevos usos en una gran variedad de campos.
Pero los más
conocidos son los bancos de germoplasma encargados de atesorar especies
comestibles. El más importante de todos es el Centro Mundial de Vegetales (AVRCD), una institución internacional
con sede central en Taiwán y que guarda más de 60.000 variedades de un total de
439 especies.
“Los bancos de semillas poseen la
llave de la vida misma”, defiende Andreas Ebert, investigador del AVRCD.
“Instituciones como la nuestra reúnen y comparten una gran cantidad de semillas
diferentes para que las personas que se dedican a la mejora de los cultivos
puedan acceder a la diversidad genética necesaria para desarrollar nuevos tipos
de verduras, cereales y cultivos forestales”, resume este especialista.
Una vez recolectado el material, el
proceso de conservación es bastante sencillo. "Las semillas son limpiadas,
desecadas y almacenadas en bolsas de aluminio laminado de polietileno”,
explica Ebert. “Posteriormente se guardan en cámaras frías con diferentes
temperaturas y niveles de humedad relativa, dependiendo del tiempo de
preservación deseado". Para un largo periodo de entre 50 a 100 años las
semillas se conservan a una temperatura que oscila entre -16 y -18 grados
centígrados. Como medida adicional, muchas variedades se plantan regularmente
para conseguir nuevas semillas frescas.
La bóveda del fin del mundo
El AVRCD tiene una copia de seguridad de
en torno a un 20 por ciento de sus fondos en la Bóveda Global de Semillas de
Svalbard, aunque también posee copias parciales de su colección en Taiwán,
Corea del Sur, Filipinas, Japón, Estados Unidos y Reino Unido.
Conocida
popularmente como la "Bóveda del fin del mundo", la colección noruega
es sin duda la más famosa de todas. Y eso pese a que, en la práctica, las
semillas conservadas en Svalbard se encuentran ya almacenadas en otros bancos, universidades
y centros de investigación de todo el mundo. La bóveda de Svalbard guarda duplicados de otros bancos de semillas, ejerciendo
una suerte de “backup” o copia de seguridad de cara a garantizar la
conservación de los fondos más importantes.
Su aislamiento geográfico impide que
pueda ser dañada por guerras, desórdenes sociales o
problemas de otro tipo. Además, las condiciones climáticas del archipiélago
actúan a modo de refrigerante natural en el caso de que haya algún corte
prolongado del suministro eléctrico.
Las semillas que almacenan allí numerosas
instituciones de todo el mundo se depositan en condición de “caja negra”:
solo las instituciones que donan las semillas pueden retirarlas, en el
hipotético caso de que sus propias reservas sufrieran algún tipo de daño.
No se trata de suposiciones sin
fundamento. En algunos países en conflicto como Irak o Afganistán la guerra
ha provocado daños irremediables en sus bancos de semillas, por lo que este
tipo de instituciones supranacionales ejercen una función de seguridad
esencial.
En España, el banco de referencia es el Centro
Nacional de Recursos Fitogenéticos, perteneciente al Instituto Nacional de
Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA), que trabaja en
coordinación con otros bancos de germoplasma de distintas Comunidades Autónomas
y con otras entidades a nivel internacional.
Gracias a
instituciones como estas, el futuro de
nuestros cultivos y nuestra seguridad alimentaria está parcialmente a
salvo. Porque, no lo olvidemos, conservar de forma apropiada el patrimonio
genético no es sino una parte de los muchos retos de los que depende nuestro
viabilidad como especie en este planeta.
Artículo publicado originariamente en OneMagazine.es
Bancos de semillas, la llave del futuro
Reviewed by Juanma Gallego
on
febrero 20, 2015
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